Al margen de esto, en la red se ha hecho famoso un supuesto experimento ruso sobre el sueño, llevado a cabo a finales de los años 40 en cinco persones a las que habrían mantenido despiertas a base de gas como estimulante por un lapso de 30 días. Durante los primeros cinco días hablaban acerca de situaciones traumáticas, a partir de allí se mostraron se comenzaron a mostrar paranoicos.
Hacia el día nueve de ellos comenzó a gritar por lapso de tres días hasta destrozarse las cuerdas vocales. En el día 14 el suministro del gas se cortó temporalmente y comenzaron a clamar para que activaran de nuevo el suministro, pues deseaban seguir despiertos.
Cuando los investigadores entraron vieron que un sujeto había muerto y que los demás tenían pedazos de piel arrancada. Estaban comiendo su propia carne y tenían órganos vitales al descubierto. Uno más de ellos murió en un forcejeó con los soldados que intentaban entrar, y los tres restantes fueron llevados a las instalaciones médicas donde se les operaría de mala manera.
Tras esto, y como ellos insistieran lo suficiente, fueron internados de nuevo en el cuarto de gas. Al cabo de varios días uno de ellos cerró los ojos y sus ondas cerebrales indicaban que había entrado en sueño profundo y al acto el corazón se detuvo. Los dos restantes murieron a causa de un disparo de un médico, de un grupo de tres que iban a ser encerrados con los prisioneros.
Hasta aquí el relato, mismo que muchas personas han creído. Sin embargo, la evidencia científica ha demostrado que la ausencia de sueño no es mortal, ni tampoco los efectos narrados en el supuesto experimento. En principio, sí se pueden producir alucinaciones y otros efectos colaterales no permanentes, pero no conducen al auto-canibalismo.
Los efectos de no dormir
En efecto, hay personas que pueden pasar su vida sin apenas dormir. La enfermedad se llama Insomnio familiar fatal y apenas cuarenta familias la tienen en todo el mundo. La enfermedad tiene efectos devastadores y lleva al coma y finalmente a la muerte, pero luego de varios meses. Otro caso también bastante conocido de este tipo de patologías es el de Thai Ngoc, un hombre que duró sin dormir más de 40 años luego de sufrir un episodio de fiebre. Sin embargo, Thai no murió por su ausencia de sueño.
Adicionalmente no existen fuentes históricas que permitan evidenciar tal suceso. Lo cual es normal pues el mismo creador del video, manifestó hacia el mes de mayo de 2015 que todo se había tratado de un relato, y que estaba preparando una serie más completa que pondría a disposición en los próximos meses. El experimento ruso del sueño no fue más que una buena obra de ficción.
La expresión, que también podría traducirse como “la chica de la brecha” o “la niña del hueco”, se refiere a la existencia de una entidad que encuentra en aquellos pequeños resquicios de las paredes, los techos o el suelo un portal para transportarse de su realidad a la nuestra. Proveniente de mundos que no comprendemos del todo, con intenciones que jamás conoceremos, la chica del agujero nos observa silenciosa desde aquellos lugares en los que no podemos ver más que uno de sus ojos.
Una página web japonesa tiene un video llamado “La habitación roja”. En el video aparece una ventana emergente con la frase “¿Te gusta…?” varias veces, incluso después de cerrarla. Eventualmente el mensaje cambia a “¿Te gusta la habitación roja?” y la víctima muere, llenando de sangre su propia habitación. Esta leyenda urbana se hizo muy famosa cuando una joven asesinó a una amiga en su propia casa. En su computadora se pudo observar que había ingresado varias veces a ver este video.
Es un poema de Yomota Inuhiko que, se dice, nunca debe ser leído en voz alta. Quien lo haga, se expone a una maldición que lleva a la muerte. Hay personas que dicen haber “sobrevivido” al poema, leyéndolo por completo sin que les pase nada. Otros tuvieron que detenerse antes de finalizarlo, con un gran malestar.
También conocido como “el esqueleto hambriento”, es un espectro quince veces más alto que una persona que persigue a sus víctimas por la noche. Al escuchar un campaneo en los oídos, quien caiga en sus garras no podrá escapar: el gashadokuro le saca la cabeza y bebe su sangre.
Chamoco, como se conoce también al Barranco de Badajoz, es un cañón situado en Tenerife, en el archipiélago canario. Las leyendas en torno a este lugar son tantas que se pierden en el tiempo y resulta difícil abarcar todas. La mayoría convergen en un punto común: la aparición de luces o figuras luminosas.
Una de las primeras historias se remonta a 1912, cuando dos mineros buscaban vías para sus excavaciones. Una pared se derrumbó ante ellos, dejando al descubierto una cavidad que ocupaban dos entes luminosos. Hay dos versiones: en una, huyeron despavoridos en busca de la Guardia Civil; en la otra, los entes les mostraron el lugar perfecto para cavar.
No era la primera vez que alguien se topaba con los seres brillantes. Décadas antes, una niña salió a buscar fruta por el barranco. Al llegar a un peral, le pudo el cansancio y se durmió. Se despertó al notar la presencia de un hombre alto vestido de blanco, que la invitó a irse con él. No sintió miedo alguno y lo acompañó al interior de una cueva que daba a un valle en el que había más entes como él.
La niña salió al rato de la cueva acompañada por el misterioso ser, que la ayudó a recoger las peras antes de volver a casa. Pero cuando regresó al pueblo, todo el mundo estaba perplejo: lo que para la niña habían sido unas pocas horas eran en realidad 20 años.
El Cortijo Jurado (Andalucía)
A la entrada de Campanillas, en Málaga, se levanta un edificio solitario, marcado por la leyenda, la guerra y la miseria. Es el Cortijo Jurado, construido por la familia Heredia a mediados del siglo XIX.
Luces extrañas, psicofonías y mensajes en las paredes alimentan la leyenda de un lugar marcado por el misterio y la tragedia, desde que aparecieron los cadáveres de cinco chicas torturadas en la hacienda. Las miradas acusatorias puestas sobre los Heredia y el despilfarro los llevaron a la quiebra.
Vendieron su propiedad a la familia Larios. Se dice que los nuevos propietarios trataron de unir su nueva casa con la suya propia, el Cortijo Colmenares, mediante una red de túneles y pasadizos que, más tarde, habrían sido utilizados como calabozos durante la Guerra Civil.
Allí se produjeron fusilamientos y muertes en el cortijo, que fue empleado también como hospital. Los gritos de torturados, enfermos y muertos parecen recorrer los pasillos del lugar, atrayendo a investigadores de lo paranormal en busca de una puerta al Más Allá.
La güestía es una versión de la Santa Campaña, una leyenda de Galicia y Asturias sobre una procesión de almas encapuchadas, ataviadas de blanco, que vaga por la noche por calles y bosques. Cada espíritu lleva una vela encendida, pero en cabeza marcha un vivo que porta una cruz y un caldero con agua bendita.
El vivo camina junto a la procesión en las horas en las que debería dormir, pero los muertos no le dan descanso y se ve forzado a liderarlos cada noche. El mortal no recuerda nada al despertar, pero su salud se va deteriorando hasta la muerte. Entonces pasa a formar parte de la comitiva de ánimas para siempre.
Hospital del Tórax (Cataluña)
En 1952 se inauguró en Tarrasa el Hospital del Tórax, para tratar enfermedades respiratorias. El lugar elegido respondía a la necesidad de sol y aire puro de los enfermos. Lo que no se tuvo en cuenta fue el aislamiento. Los internos no tenían más contacto con el exterior que las llamadas y la radio.
Poco queda ya del horror de lo que un día fue el hospital, reconvertido en un Parque Audiovisual, pero no era raro ver, en sus años de abandono, pentáculos y símbolos satánicos grabados en paredes y suelos.
Parecía demasiado grande y más extraña aún era la protuberancia que asomaba por su espalda, a modo de larga cola, que se balanceaba como el rabo de un lagarto. La cabeza también era reptiliana, cubierta de escamas y con ojos grandes y brillantes. De su boca surgía una lengua de serpiente.
Los compañeros de Mateo fueron a buscarlo y observaron la llegada de un cilindro metálico surgido del cielo que descendía hacia la criatura. Volvían a por las escopetas cuando un fuerte estruendo resonó por la montaña. No quedaba rastro del ser, pero sí un fuerte olor a azufre y hierba quemada.
Al huir del lugar, se cruzaron con dos guardias civiles. Cuando les contaron la historia, contestaron, impertérritos: "Por estas tierras eso es normal".
Es uno de los mitos fundacionales de las brujas del País Vasco, una región que hierve de leyendas sobre brujería, de las que la más famosa tiene poco de magia y mucho de muerte: las brujas de Zugarramurdi, llevadas al cine por Álex de la Iglesia.
De Zugarramurdi es otro de los mitos sobre las hechiceras de la zona, que trata de dos hermanos, uno rico y otro pobre, esclavo del primero, que huyó de casa en busca de mejor fortuna y se quedó dormido bajo un puente, donde escuchó a escondidas a tres brujas.
Las sorginas volvían de un aquelarre —una palabra de origen vasco que deriva del significado "prado del macho cabrío"— y se reían porque ocultaban a una enferma el remedio para curarse. El joven fue a por él y fue recompensado por el marido de la mujer, ya recuperada.
Cuando su hermano trató de espiar a las brujas para enriquecerse aún más, no tuvo tan buena suerte. Las sorginas se aparecieron con un dicho popular —"que no somos, que sí somos, catorce mil aquí estamos"—, detectaron que las estaban escuchando... y lo molieron a palos.
Mari Carmen volvía a su casa cuando una figura enorme cruzó de acera y se plantó ante ella: un ser humanoide de tres metros, cuyos brazos y piernas —si los tenía— estaban cubiertos por una túnica negra. Antes de que pudiera verle con mayor claridad, el ser giró en una calle y desapareció.
Su encuentro fue similar al de María del Mar, pero esta vez la figura estaba quieta en mitad de la calzada, mirándola fijamente; la niña no pudo reconocer ningún rasgo al huir del lugar, presa del miedo.
Esa noche, al sacar la basura, el horror mostró su cara, asomándose por encima de un pilar de dos metros de altura. Era el ser que se había encontrado horas antes, y pudo distinguir su rostro a la perfección: una cabeza apepinada, pálida, con el pelo peinado hacia los lados y una cicatriz que surcaba su cara.
La niña salió despavorida hacia el interior de la casa justo cuando el ser reveló que sí tenía brazos y, con un gesto lento, le pidió que fuera con él.
El duende parlante (Aragón)
La madrugada del 27 de septiembre de 1934, en el edificio que entonces había en el número 2 de la calle Anselmo Gascón de Gotor de Zaragoza, una risa estridente rasgó el silencio en la escalera entre las plantas 1 y 2. En los días sucesivos, la presencia de un duende se haría manifiesta por medio de la voz.
El Heraldo entrevistó en 2008 a Arturo, de 78 años, que entonces era el niño de la casa donde sucedieron la mayoría de los fenómenos. Asegura que llamó "chalado" al duende y una voz le contestó: "Chalado no, pequeño". También se oía "cobardes, cobardes" y, por la noche, una voz pedía "luz, que no veo".
The Times y la BBC fueron a la ciudad para cubrir los sucesos. La Policía incluso mantuvo conversaciones con el ente. Tratando de localizarlo, peinaron el inmueble, levantaron el tejado y trataron de derribar la chimenea; pero al tomar medidas, una voz apuntó: "No se moleste, son 78 centímetros".
Según Arturo, la voz dejó de sonar en 1935 para siempre. Él está convencido de que no fue una gamberrada ni un timo. "No era nada físico", señaló a El Heraldo.
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